viernes, 13 de junio de 2014

EDUCACION PERUANA: Esperanza para una utopía



La educación siempre será una utopía. Una utopía necesaria para cualquier sociedad. Y esto es porque aspiramos alcanzar un supremo ideal: no solo que la educación llegue para todos los seres humanos, sino que ésta sea de una equitativa calidad, sueño inalcanzable para un mundo con diferencias abismales. Por otro lado, tan solo con imaginar un mundo sin educación sería un camino directo a la deshumanización, un viaje a la primitividad del hombre. Ante éste panorama no nos queda otra que apostar por alcanzar este sueño ideal aun sabiendo que nunca lo vamos a lograr. Hecho el camino, ahora solo falta definir nuestro andar.

No es ninguna novedad que nuestra educación tiene grandes problemas, pero es un gravísimo error el culpar a un elemento (al profesor) sabiendo que la responsabilidad es de todos. No creo que sea difícil entender algo tan lógico: Si pertenecemos a un país que tienen grandes falencias en enfrentar a la pobreza, a la atención inadecuada de la salud, a la desnutrición infantil, a la informalidad y desempleo, a la inseguridad ciudadana, a la inseguridad vial, a los altos índices de corrupción, a la violencia en todas las formas en que se presenta y muchos otros más; a pesar de que somos un país en crecimiento económico, nos caracterizamos en el vecindario latinoamericano y el barrio internacional por presentar una lista larga de éstos defectos; entonces, esto me lleva a plantear dos interrogantes muy lógicas: ¿Como un país con tantas falencias va a tener una educación de calidad? y ¿Cómo la sociedad peruana inundada de tanta podredumbre puede exigir a sus profesores que cambien una realidad que ellos mismos crean día a día ya sea de forma activa o pasiva?. Simplemente “No hay derecho”

Los que pertenecemos al magisterio, estamos pasando por momentos muy difíciles, donde nos exigen a dar cada día más y más y a cambio no recibir nada, o mejor dicho, a recibir indiferencia social, a no tener reconocimiento, a tener tratos despreciables, a faltas de respeto de no solo por parte de nuestras autoridades si no que en muchas ocasiones de los mismos padres de familia, los que se supone que son, nuestros aliados más cercanos. Ante esta situación desmotivante, ¿Cómo hemos reaccionado los profesores? Aunque tenemos una variedad inmensa de respuestas me atrevo a decir que hay tres líneas claras que reflejan en parte el divorcio docente actual: tenemos a los “indiferentes”, que es muy característico  de ellos, frases como éstas: “¡Para qué si ya me voy a ir!” “yo sigo trabajando, lo demás no me interesa”, entre muchas otras expresiones, que muestran la poca importancia de asumir un rol educativo activo y en equipo. Hasta algunos inclusive llegan a ser derrotistas. A los “revolucionarios” que son como piedras fuertes que se resisten ante la corriente. Es común escuchar de ellos: “No lo permitamos colegas”, “Hay que hacernos sentir por el gobierno”, y un sinfín de arengas en favor de la labor docente y sobretodo de los derechos del profesor. Aunque hay muchos que aprovechando de esta careta consiguen puestos de poder, es decir, los traidores a la causa. Y por último tenemos a los “desafiantes”, los que aceptan y asumen los retos que impone una educación actual y aun con todos los pesares siguen adelante enarbolando en alto la bandera del compromiso que tienen con la sociedad y el futuro del país.

¿En dónde radica la esperanza para mejorar la calidad educativa de nuestra patria? El gobierno puede presentar una gama de cambios educativos o reformas si lo prefiere con ese término. Pero, ninguno de ellos va a ser tan efectivo como el cambio que tienen que dar los educadores. Un cambio que exige de sacrificios mucho más de lo que hoy estamos dando. Sacrificios que hemos venido pagando de muchos años atrás en incómodas e irregulares cuotas. Sacrificios que implica a estar menos tiempo con nuestra familia, sacrificios que implica trabajar más tiempo sin ser pagados ni siquiera con un agradecimiento, sacrificios que va más allá de nuestra propia salud, sacrificios que no va con acompañamiento económico sino mas bien con un “arréglatelas como puedas” y tantos sacrificios más que para el gobierno solamente son excusas de un peón más que no quiere comprometerse con su país. ¡Qué tal injusticia!. ¿Colegas estaremos dispuestos a pagar mas sacrificios? La respuesta ya fue dada por los “desafiantes”. He ahí la esperanza.